Los sábados cuando Melusina abandonaba al Conde para tomar su baño, el marido moría de celos. Y así fue que un sábado, el Conde decidió averiguar la verdad. Olvidando su juramento se dirigió a la torre. Llegó a la puerta del dormitorio y la abrió de una patada. El espectáculo lo hizo lanzar un grito de terror. Vio a Melusina metida en la bañera y recién entonces se dio cuenta que hasta el ombligo era una mujer pero, que en vez de piernas tenía una escamosa cola de serpiente que se batía con furia en el agua, formando grandes olas que mojaban los espejos del baño.
Al verse descubierta la sirena se enfureció y mutó definitivamente en una serpiente que comenzó a chillar de un modo horroroso. El Conde espantado le gritó: “!!! Fuera !!! Fuera de mi vista, víbora perniciosa, bestia diabólica. Arruinaste mi raza y me llenaste de hijos monstruosos ¡!! “.
Las antiguas angustias de Melusina se confirmaron. Porque la desgracia que los había amenazado durante tanto tiempo finalmente, ahora, se abatía sobre ellos. La sirena al escuchar los insultos de su marido primero cayó presa de un dolor infinito y lo miró con melancolía, ya que comprendió que habían llegado al fin del amor. Entendió que su pobre humano esposo había sido incapaz de respetar hasta el final su solemne juramento. Víctima de la impaciencia y los celos, había arruinado el destino y volvía a condenarla a ser una bestia inmunda hasta el final de los tiempos.
Al verse descubierta la sirena se enfureció y mutó definitivamente en una serpiente que comenzó a chillar de un modo horroroso. El Conde espantado le gritó: “!!! Fuera !!! Fuera de mi vista, víbora perniciosa, bestia diabólica. Arruinaste mi raza y me llenaste de hijos monstruosos ¡!! “.
Las antiguas angustias de Melusina se confirmaron. Porque la desgracia que los había amenazado durante tanto tiempo finalmente, ahora, se abatía sobre ellos. La sirena al escuchar los insultos de su marido primero cayó presa de un dolor infinito y lo miró con melancolía, ya que comprendió que habían llegado al fin del amor. Entendió que su pobre humano esposo había sido incapaz de respetar hasta el final su solemne juramento. Víctima de la impaciencia y los celos, había arruinado el destino y volvía a condenarla a ser una bestia inmunda hasta el final de los tiempos.
2 comentarios:
me encanta la imagen del hada bañanandose
Es una diosa antigua
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