Esta primera versión de la historia corresponde al relato tal como se transmitía en forma oral entre los campesinos franceses entre los siglos XVII y XVIII.
Se trata de una versión popular que contaban las ancianas durante las largas noches de invierno.
La historia de la niña y el lobo entretenía a los campesinos haciendo menos duro el trabajo en los campos.
También circulaba en las aldeas en boca de narradores anónimos que memorizaban los antiquísimos relatos, al mismo tiempo que utilizaban sus dotes histriónicos para volver aún más vívido la historia frente a un auditorio compuesto tanto por niños como por adultos.
La historia viajaba por los caminos junto con los trovadores y llegaba hasta las caballerizas y las cocinas de los castillos, donde pasaba a formar parte del repertorio de relatos maravillosos que contaban las nodrizas a los niños de la nobleza.
Si analizamos esta versión varias cuestiones resultan de interés. Las más evidentes son que el personaje de la niña no posee nombre propio, tampoco lleva puesto una capa roja, ni siquiera sabemos si es bella, no hay descripcion del bosque y el único componente maravilloso es la personificación del lobo.
En cambio, esta versión sobresale por su alto contenido erótico. Precisamente, la carga sexual del relato se patentiza cuando el lobo le indica que se desvista y se meta en la cama, dando lugar a un verdadero stripe test. Esta escena, presumiblemente causaba risa en el auditorio, ya que para la mentalidad francesa de los campesinos de esa época, la ingenuidad de la niña era sinónimo de estupidez o complicidad con el lobo. Se entiende así que el cuento lejos de poseer un final feliz tiene uno irrisorio, cuando finalmente el “lobo se la comió”.
Acentuándo aún más el relato resulta macabro dado la presencia del matricidio y del canibalismo explícito, pues a pesar de la advertencia del gato, la niña se come a su abuela.
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