viernes, 29 de enero de 2010
En el momento en que las estrellas se detienen a la medianoche, se escucha el poderoso sonido del gran cuerno que esparce su poder por el negro cielo, aumentando el volumen como si recogiera fuerza de la misma noche, llenando la oscuridad con una música tan profunda como si las estrellas respondieran con su eco. Las hadas se ordenan formando círculos, como extensiones vivientes de los puntos de poder. Entonces comienza la danza con una melodía magestuosa que es aún más antigua que el sol. Las filas de bailarines comienzan a moverse en el sentido del sol formando círculos, entrecruzádose y separándose continuamente. A medida que la melodía avanza, los bailarines tejen una y otra vez la energía de la ronda. El flujo de energía del corro comienza a aumentar. La luz que desprenden los cuerpos es una manifestación de poder que está creándose a medida que la danza se acelera. Cuando el ritmo se potencia parte de la energía del corro sale disparada desde la circunferencia hacia el exterior. Entonces, la energía levanta olas aturdidoras que irradian un aura mágica iluminando los mundos.
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