martes, 22 de abril de 2008

CAPERUCITA ROJA


Imágen contemporánea de Caperucita Roja y los lobos por Eugenio Recuenco

IMAGINANDO A CAPERUCITA










http://es.youtube.com/watch?v=Z2QvhAC4cmM&feature=related

LA VERDADERA HISTORIA

Esta primera versión de la historia corresponde al relato tal como se transmitía en forma oral entre los campesinos franceses entre los siglos XVII y XVIII.

Se trata de una versión popular que contaban las ancianas durante las largas noches de invierno.

La historia de la niña y el lobo entretenía a los campesinos haciendo menos duro el trabajo en los campos.

También circulaba en las aldeas en boca de narradores anónimos que memorizaban los antiquísimos relatos, al mismo tiempo que utilizaban sus dotes histriónicos para volver aún más vívido la historia frente a un auditorio compuesto tanto por niños como por adultos.

La historia viajaba por los caminos junto con los trovadores y llegaba hasta las caballerizas y las cocinas de los castillos, donde pasaba a formar parte del repertorio de relatos maravillosos que contaban las nodrizas a los niños de la nobleza.

Si analizamos esta versión varias cuestiones resultan de interés. Las más evidentes son que el personaje de la niña no posee nombre propio, tampoco lleva puesto una capa roja, ni siquiera sabemos si es bella, no hay descripcion del bosque y el único componente maravilloso es la personificación del lobo.

En cambio, esta versión sobresale por su alto contenido erótico. Precisamente, la carga sexual del relato se patentiza cuando el lobo le indica que se desvista y se meta en la cama, dando lugar a un verdadero stripe test. Esta escena, presumiblemente causaba risa en el auditorio, ya que para la mentalidad francesa de los campesinos de esa época, la ingenuidad de la niña era sinónimo de estupidez o complicidad con el lobo. Se entiende así que el cuento lejos de poseer un final feliz tiene uno irrisorio, cuando finalmente el “lobo se la comió”.

Acentuándo aún más el relato resulta macabro dado la presencia del matricidio y del canibalismo explícito, pues a pesar de la advertencia del gato, la niña se come a su abuela.

LA VERSION POPULAR FRANCESA


Leámos cómo era la historia de Caperucita narrada en Francia por los campesinos hace más de 300 años.

Había una vez una niñita a la que su madre le dijo que llevara pan y leche a su abuela.

Mientras la niña caminaba por el bosque, un lobo se le acercó y le preguntó adónde se dirigía.

- A A la casa de mi abuela – le constestó

- ¿Qúe camino vas a tomar, el camino de las agujas o el de los alfileres?

- E El camino de las agujas.

El lobo tomó el camino de los alfileres y llegó primero a la casa. Mató a la abuela, puso su sangre en una botella y partió su carne en rebanadas sobre un plato. Después se vistió con el camisón de la abuela y esperó acostado en la cama.

La niña tocó a la puerta.

- Entra, hijita.

- ¿Cómo estás abuelita? Te traje pan y leche.

- Come tú también hijita. Hay carne y vino en la alacena.

La pequeña niña comió así lo que se le ofrecía; y mientras lo hacía un gatito le dijo:

- ¡ Cochina! ¡Has comido la carne y has bebido la sangre de tu abuelita!

Después el lobo le dijo:

- D Desvístete y métete en la cama conmigo.

- ¿ Dónde pongo mi delantal?

- Tíralo al fuego, nunca más lo necesitarás.

Cada vez que se quitaba una prenda (el corpiño, las faldas, las enaguas y las medias), la niña hacía la misma pregunta y cada vez el lobo le contestaba:

- T Tírala al fuego, nunca más la necesitarás.

Cuando la niña se metió en la cama preguntó.

- Abuela ¿por qué estás tan peluda?

- Para calentarme mejor hijita.

- Abuela ¿por qué tienes esos hombros tan grandes?

- P P ara poder cargar mejor la leña, hijita.

- A Abuela ¿por qué tienes esas uñas tan grandes?

- P Para rascarme mejor, hijita

- A Abuela ¿por qué tienes esos dientes tan grandes?

- P Para comerte mejor hijita

Y el lobo se la comió




Little Red Riding Hood óleo de Francois Fleury
"Cuentos de una noche de invierno" óleo de Daniel Maclise



La versión anónima y oral, es por primera vez escrita y transformada en un cuento de hadas por un escritor de la corte Versalles, Charles Perrault, quien en 1697 publica, bajo pseudónimo con el título de “Cuentos de Antaño” luego popularizado como “Cuentos de Mamá Oca”, una colección de relatos destinados a un público adulto, culto y aristocrático.

Se cuenta que Perrault escuchó la historia de Caperucita de boca de la nodriza de su hijo. Otras versiones señalan que estas historias maravillosas se contaban en la cocina de Versalles. Como sea, lo cierto es que Perrault las escribió con un refinado tratamiento literario convirtiendo como por arte de magia un relato vulgar en un hermoso libro de cuento de hadas,cuya primera edición ya incluía“Le petit Chaperon rouge - “Caperucita Roja”.

LA VERSION DE CHARLES PERRAULT


Había una vez una niñita en un pueblo, la más bonita que jamás se hubiera visto; su madre estaba enloquecida con ella y su abuela mucho más todavía. Esta buena mujer le había mandado hacer una caperucita roja y le sentaba tanto que todos la llamaban Caperucita Roja.

Un día su madre, habiendo cocinado unas tortas, le dijo:

—Anda a ver cómo está tu abuela, pues me dicen que ha estado enferma; llévale una torta y este tarrito de mantequilla.

Caperucita Roja partió en seguida a ver a su abuela que vivía en otro pueblo. Al pasar por un bosque, se encontró con el compadre lobo, que tuvo muchas ganas de comérsela, pero no se atrevió porque unos leñadores andaban por ahí cerca. Él le preguntó a dónde iba. La pobre niña, que no sabía que era peligroso detenerse a hablar con un lobo, le dijo:

—Voy a ver a mi abuela, y le llevo una torta y un tarrito de mantequilla que mi madre le envía.

—¿Vive muy lejos?, le dijo el lobo.

—¡Oh, sí!, dijo Caperucita Roja, más allá del molino que se ve allá lejos, en la primera casita del pueblo.

—Pues bien, dijo el lobo, yo también quiero ir a verla; yo iré por este camino, y tú por aquél, y veremos quién llega primero.

El lobo partió corriendo a toda velocidad por el camino que era más corto y la niña se fue por el más largo entreteniéndose en coger avellanas, en correr tras las mariposas y en hacer ramos con las florecillas que encontraba. Poco tardó el lobo en llegar a casa de la abuela; golpea: Toc, toc.

—¿Quién es?

—Es su nieta, Caperucita Roja, dijo el lobo, disfrazando la voz, le traigo una torta y un tarrito de mantequilla que mi madre le envía.

La cándida abuela, que estaba en cama porque no se sentía bien, le gritó:

—Tira la aldaba y el cerrojo caerá.

El lobo tiró la aldaba, y la puerta se abrió. Se abalanzó sobre la buena mujer y la devoró en un santiamén, pues hacía más de tres días que no comía. En seguida cerró la puerta y fue a acostarse en el lecho de la abuela, esperando a Caperucita Roja quien, un rato después, llegó a golpear la puerta: Toc, toc.

—¿Quién es?

Caperucita Roja, al oír la ronca voz del lobo, primero se asustó, pero creyendo que su abuela estaba resfriada, contestó:

—Es su nieta, Caperucita Roja, le traigo una torta y un tarrito de mantequilla que mi madre le envía.

El lobo le gritó, suavizando un poco la voz:

—Tira la aldaba y el cerrojo caerá.

Caperucita Roja tiró la aldaba y la puerta se abrió. Viéndola entrar, el lobo le dijo, mientras se escondía en la cama bajo la frazada:

—Deja la torta y el tarrito de mantequilla en la repisa y ven a acostarte conmigo.

Caperucita Roja se desviste y se mete a la cama y quedó muy asombrada al ver la forma de su abuela en camisa de dormir. Ella le dijo:

—Abuela, ¡qué brazos tan grandes tienes!

—Es para abrazar mejor, hija mía.

—Abuela, ¡qué piernas tan grandes tienes!

—Es para correr mejor, hija mía.

Abuela, ¡qué orejas tan grandes tienes!

—Es para oír mejor, hija mía.

—Abuela, ¡que ojos tan grandes tienes!

—Es para ver mejor, hija mía.

—Abuela, ¡qué dientes tan grandes tienes!

—¡Para comerte!

Y diciendo estas palabras, este lobo malo se abalanzó sobre Caperucita Roja y se la comió.

MORALEJA

Aquí vemos que la adolescencia,

en especial las señoritas,

bien hechas, amables y bonitas

no deben a cualquiera oír con complacencia,

y no resulta causa de extrañeza

ver que muchas del lobo son la presa.

Y digo el lobo, pues bajo su envoltura

no todos son de igual calaña:

Los hay con no poca maña,

silenciosos, sin odio ni amargura,

que en secreto, pacientes, con dulzura

van a la siga de las damiselas

hasta las casas y en las callejuelas;

más, bien sabemos que los zalameros

entre todos los lobos ¡ay! son los más fieros.



Las famosas ilustraciones realizadas
por Gustave Dore para Los Cuentos
de Hadas de Charles Perrault

Dedicado a Mademoiselle, el libro rápidamente se trasformó en un gran éxito entre las damas de las cortes y salones de Francia. Tal vez a eso se deba que el tratamiento literario enfatiza las descripciones tanto del personaje como del paisaje. Casi puede afirmarse que fue Perrault quien hace aparecer por vez primera al personaje de Caperucita tal como ha quedado grabada en la historia de los cuentos de hadas.


Así sabemos que se trata de “una niña de pueblo” que sin embargo posee el “don de la belleza”, que siguiendo el glamour de la vestimenta de época cubre su cabeza como lo hacían las mujeres solteras de buena familia una una preciosa “caperusa roja”.




En cuanto a los caminos del bosque imaginado por Perrault, se trata de un bosque encantado - florido, perfumado y poblado de mariposas - tan parecido a los jardines del Palacio de Versalles como lejano del bosque de Boulogne, escondite de ladrones e infectado de lobos que era el verdadero escenario donde se desarrollaban los cuentos populares.



Moraleja edición original

El tratamiento sofisticado de la historia que hace Perrault suprime tanto el matricidio como el canibalismo pero no impide retomar el componente erótico, que adquiere matices moralizantes, y bajo la forma de una moraleja previene a las doncellas de los engaños de algunos lobos disfrazados de caballeros.

LA VERSION DE LOS HERMANOS GRIMM


Ilustración para la edición de 1870




Desde Alemania nos llega la misma historia de Caperucita a partir de la recopilación de cuentos populares que hicieron los hermanos Jacob Grimm (1785-1863) y Wilhelm Grimm (1786-1859) que dice así:

Caperucita Roja

Los hermanos Grimm - KHM 026

Había una vez una adorable niña que era querida por todo aquél que la conociera, pero sobre todo por su abuelita, y no quedaba nada que no le hubiera dado a la niña. Una vez le regaló una pequeña caperuza o gorrito de un color rojo, que le quedaba tan bien que ella nunca quería usar otra cosa, así que la empezaron a llamar Caperucita Roja. Un día su madre le dijo: “Ven, Caperucita Roja, aquí tengo un pastel y una botella de vino, llévaselas en esta canasta a tu abuelita que esta enfermita y débil y esto le ayudará. Vete ahora temprano, antes de que caliente el día, y en el camino, camina tranquila y con cuidado, no te apartes de la ruta, no vayas a caerte y se quiebre la botella y no quede nada para tu abuelita. Y cuando entres a su dormitorio no olvides decirle, “Buenos días”, ah, y no andes curioseando por todo el aposento.”

“No te preocupes, haré bien todo”, dijo Caperucita Roja, y tomó las cosas y se despidió cariñosamente. La abuelita vivía en el bosque, como a un kilómetro de su casa. Y no más había entrado Caperucita Roja en el bosque, siempre dentro del sendero, cuando se encontró con un lobo. Caperucita Roja no sabía que esa criatura pudiera hacer algún daño, y no tuvo ningún temor hacia él. “Buenos días, Caperucita Roja,” dijo el lobo. “Buenos días, amable lobo.” - “¿Adonde vas tan temprano, Caperucita Roja?” - “A casa de mi abuelita.” - “¿Y qué llevas en esa canasta?” - “Pastel y vino. Ayer fue día de hornear, así que mi pobre abuelita enferma va a tener algo bueno para fortalecerse.” - “¿Y adonde vive tu abuelita, Caperucita Roja?” - “Como a medio kilómetro más adentro en el bosque. Su casa está bajo tres grandes robles, al lado de unos avellanos. Seguramente ya los habrás visto,” contestó inocentemente Caperucita Roja. El lobo se dijo en silencio a sí mismo: “¡Qué criatura tan tierna! qué buen bocadito - y será más sabroso que esa viejita. Así que debo actuar con delicadeza para obtener a ambas fácilmente.” Entonces acompañó a Caperucita Roja un pequeño tramo del camino y luego le dijo: “Mira Caperucita Roja, que lindas flores se ven por allá, ¿por qué no vas y recoges algunas? Y yo creo también que no te has dado cuenta de lo dulce que cantan los pajaritos. Es que vas tan apurada en el camino como si fueras para la escuela, mientras que todo el bosque está lleno de maravillas.”

Caperucita Roja levantó sus ojos, y cuando vio los rayos del sol danzando aquí y allá entre los árboles, y vio las bellas flores y el canto de los pájaros, pensó: “Supongo que podría llevarle unas de estas flores frescas a mi abuelita y que le encantarán. Además, aún es muy temprano y no habrá problema si me atraso un poquito, siempre llegaré a buena hora.” Y así, ella se salió del camino y se fue a cortar flores. Y cuando cortaba una, veía otra más bonita, y otra y otra, y sin darse cuenta se fue adentrando en el bosque. Mientras tanto el lobo aprovechó el tiempo y corrió directo a la casa de la abuelita y tocó a la puerta. “¿Quién es?” preguntó la abuelita. “Caperucita Roja,” contestó el lobo. “Traigo pastel y vino. Ábreme, por favor.” - “Mueve la cerradura y abre tú,” gritó la abuelita, “estoy muy débil y no me puedo levantar.” El lobo movió la cerradura, abrió la puerta, y sin decir una palabra más, se fue directo a la cama de la abuelita y de un bocado se la tragó. Y enseguida se puso ropa de ella, se colocó un gorro, se metió en la cama y cerró las cortinas.

Mientras tanto, Caperucita Roja se había quedado colectando flores, y cuando vio que tenía tantas que ya no podía llevar más, se acordó de su abuelita y se puso en camino hacia ella. Cuando llegó, se sorprendió al encontrar la puerta abierta, y al entrar a la casa, sintió tan extraño presentimiento que se dijo para sí misma: “¡Oh Dios! que incómoda me siento hoy, y otras veces que me ha gustado tanto estar con abuelita.” Entonces gritó: “¡Buenos días!”, pero no hubo respuesta, así que fue al dormitorio y abrió las cortinas. Allí parecía estar la abuelita con su gorro cubriéndole toda la cara, y con una apariencia muy extraña. “¡!Oh, abuelita!” dijo, “qué orejas tan grandes que tienes.” - “Es para oírte mejor, mi niña,” fue la respuesta. “Pero abuelita, qué ojos tan grandes que tienes.” - “Son para verte mejor, querida.” - “Pero abuelita, qué brazos tan grandes que tienes.” - “Para abrazarte mejor.” - “Y qué boca tan grande que tienes.” - “Para comerte mejor.” Y no había terminado de decir lo anterior, cuando de un salto salió de la cama y se tragó también a Caperucita Roja.

Entonces el lobo decidió hacer una siesta y se volvió a tirar en la cama, y una vez dormido empezó a roncar fuertemente. Un cazador que por casualidad pasaba en ese momento por allí, escuchó los fuertes ronquidos y pensó, ¡Cómo ronca esa viejita! Voy a ver si necesita alguna ayuda. Entonces ingresó al dormitorio, y cuando se acercó a la cama vio al lobo tirado allí. “¡Así que te encuentro aquí, viejo pecador!” dijo él.”¡Hacía tiempo que te buscaba!” Y ya se disponía a disparar su arma contra él, cuando pensó que el lobo podría haber devorado a la viejita y que aún podría ser salvada, por lo que decidió no disparar. En su lugar tomó unas tijeras y empezó a cortar el vientre del lobo durmiente. En cuanto había hecho dos cortes, vio brillar una gorrita roja, entonces hizo dos cortes más y la pequeña Caperucita Roja salió rapidísimo, gritando: “¡Qué asustada que estuve, qué oscuro que está ahí dentro del lobo!”, y enseguida salió también la abuelita, vivita, pero que casi no podía respirar. Rápidamente, Caperucita Roja trajo muchas piedras con las que llenaron el vientre del lobo. Y cuando el lobo despertó, quizo correr e irse lejos, pero las piedras estaban tan pesadas que no soportó el esfuerzo y cayó muerto.

Las tres personas se sintieron felices. El cazador le quitó la piel al lobo y se la llevó a su casa. La abuelita comió el pastel y bebió el vino que le trajo Caperucita Roja y se reanimó. Pero Caperucita Roja solamente pensó: “Mientras viva, nunca me retiraré del sendero para internarme en el bosque, cosa que mi madre me había ya prohibido hacer.”



También se dice que otra vez que Caperucita Roja llevaba pasteles a la abuelita, otro lobo le habló, y trató de hacer que se saliera del sendero. Sin embargo Caperucita Roja ya estaba a la defensiva, y siguió directo en su camino. Al llegar, le contó a su abuelita que se había encontrado con otro lobo y que la había saludado con “buenos días”, pero con una mirada tan sospechosa, que si no hubiera sido porque ella estaba en la vía pública, de seguro que se la hubiera tragado. “Bueno,” dijo la abuelita, “cerraremos bien la puerta, de modo que no pueda ingresar.” Luego, al cabo de un rato, llegó el lobo y tocó a la puerta y gritó: “¡Abre abuelita que soy Caperucita Roja y te traigo unos pasteles!” Pero ellas callaron y no abrieron la puerta, así que aquel hocicón se puso a dar vueltas alrededor de la casa y de último saltó sobre el techo y se sentó a esperar que Caperucita Roja regresara a su casa al atardecer para entonces saltar sobre ella y devorarla en la oscuridad. Pero la abuelita conocía muy bien sus malas intenciones. Al frente de la casa había una gran olla, así que le dijo a la niña: “Mira Caperucita Roja, ayer hice algunas ricas salsas, por lo que trae con agua la cubeta en las que las cociné, a la olla que está afuera.” Y llenaron la gran olla a su máximo, agregando deliciosos condimentos. Y empezaron aquellos deliciosos aromas a llegar a la nariz del lobo, y empezó a aspirar y a caminar hacia aquel exquisito olor. Y caminó hasta llegar a la orilla del techo y estiró tanto su cabeza que resbaló y cayó de bruces exactamente al centro de la olla hirviente, ahogándose y cocinándose inmediatamente. Y Caperucita Roja retornó segura a su casa y en adelante siempre se cuidó de no caer en las trampas de los que buscan hacer daño.



Estudio de los Hermanos Grimm en Berlin

Los Grimm, influenciados por el Romanticismo, lideraban los estudios de filología y folclore germánico y por eso estaban interesados en los antiguos cuentos. A diferencia de Perrault, ellos no transformaron las historias populares, antes bien el trabajo de recolección y recopilación de los cuentos, que todavía se narraban oralmente en los bosques alemanes, fue riguroso en cuanto a la preservación de las versiones originales.


Ilustración de George Cruikshank para la edición inglesa de 1823


Su primer libro titulado “Cuentos para la infancia y el hogar” reunía la trascripción de 211 cuentos y fue publicado en 1812. La obra no estaba destinada a los niños, se trataba más bien de un estudio erudito sin ilustraciones que en su momento no tuvo mayor repercusión de público.

Sin embargo, debido al auge de la literartura infantil en la Europa del siglo XIX, los cuentos de los Grimm empezaron a ser traducidos y las ediciones se sucedieron con gran éxito. Especialmente en Inglaterra donde en 1823 se publicó una edición de lujo titulada “Cuentos populares alemanes”, con ilustraciones de George Cruickshank. Esto los impulsó a publicar una edición infantil la “Kleine Ausgabe o Pequeña edición” que era una colección de cincuenta de sus cuentos con ilustraciones de otro de sus hermanos, Ludwig. Este volumen contenía la mayoría de los cuentos de hadas mágicos, y se llegaron a publicarr diez ediciones entre 1825 y 1858.


I


Ilustración de Ludwig Grimm para la edición alemana "Pequeña Edición" de 1825

Si bien el el cuento “Caperucita roja” es de origen francés, llega al sur de Alemania llevado por los hugonotes quienes huyen de Francia a raíz de las guerras religiosas. En esta versión alemana, a diferencia del relato de Perrault, no se hace mención del don de belleza de Caperucita, má bien se enfatiza que era querida por todos y es por sus dones morales que su abuela le regala una pequeña caperuza de color rojo.

Al lobo, en este caso, se lo muestra más humanizado, más reflexivo y, por ende, más astuto que las dos versiones anteriores. Además, en esta se muestra amistoso y amable, y realiza una valoración estética del bosque.

El bosque se presenta aquí como un bosque encantado, primaveral y confiable, y descrito con mayor profundidad, se nombra al sol, las flores, los pájaros, los árboles, etc. En este caso hay solo un camino, un sendero, distinto de los dos relatos anteriores.

Ahora bien, en esta versión, a diferencia de la versión popular francesa o la de Perrault no hay ninguna secuencia erótica, lo que se explica por el carácter puritano de los hugonotes.

Lo novedoso de la versión que dan los Grimm es que aparece un nuevo personaje: el cazador, quien socorre a la Caperucita y su abuela, rescatándolas con vida del vientre del lobo. Luego, el cazador castiga al lobo “pecador” cargando piedras en su vientre, de modo que en el relato se hace justicia, mostrando nuevamente la impronta religiosa protestante. Así resulta que por primera vez el cuento de Caperucita Roja tiene un tiene un final feliz, acompañado por una moraleja - que a modo de reflexión final – hace la propia Caperucita roja que ha aprendido a no desobeder las recomendaciones de su madre.


Manuscrito de Jacob Grimm